El silencio que mató a Eros
- Irene M.B.
- 25 nov 2020
- 3 Min. de lectura
Hice una conexión entre esperma y lágrima. Mi espíritu no tenía como fluir a través del cuerpo. Caetano
Título Narciso em Férias ❙ Dirección Ricardo Calil, Renato Terra ❙ Género Documental ❙ País Brasil ❙ Año 2020 ❙ Duración 83 min
Caetano Veloso salió de su casa sin saber si volvería, ni siquiera a dónde iba ni por qué. Horas antes había cantado, como todas las noches, pero estos tres temas se le quedarían grabados en un recuerdo abstracto y terrible que no superaría su deriva en superstición. 'Súplica', 'Assum Preto' y 'Onde o céu azul é mais azul' se convirtieron en un martes trece o un espejo roto. Acusado de terrorismo cultural, la dictadura militar brasileña lo llevaba preso junto con Gilberto Gil ese diciembre de 1968, mes negro para el país: se decretó el Acto Institucional número 5, que cerró el Congreso y suspendió varias garantías constitucionales. El episodio autobiográfico se transforma en Narciso em Férias en un monólogo lento y sentido que nos habla intimista del aislamiento y sus consecuencias.

El documental, que se presentó en el pasado Festival de Venecia fuera de competición, actúa como una suerte de exposición consciente del trauma que produjo el silencio de una celda solitaria. Estéticamente acorde con el relato, nos encontramos únicamente con un Caetano Veloso entre paredes gris industrial, sin más decorado que una silla negra en la que reposan él y, a veces, su guitarra. Instrumento bomba, arma afilada para un régimen militar que veneraba cualquier simbología nacional y perseguía su subversión. Cantar el himno de Brasil bajo los acordes de 'Tropicália', el falso detonante de su arresto. Una escena irónica e inverosímil que a ojos del cantante de Bahía hubiese resultado imposible ya que los versos del himno son decasílabos, mientras que los de la composición tienen ocho sílabas poéticas.
En su celda, la música desapareció como signo de mal augurio. Fueron los retazos de Hey Jude que se escuchaban en la radio del cuartel los que detonaron la desesperación y construyeron ápices de esperanza ante un futuro incierto pero que traería la vida de vuelta, de golpe. Durante sus dos meses de encierro forzado compuso una única canción, Irene, un recuerdo a la sonrisa de su hermana menor. Eu quero ir, minha gente, eu não sou daqui. Eu não tenho nada, quero ver Irene rir.
El aislamiento extremo durante su primera semana de encarcelamiento mató a Eros. Corporeizar el dolor le llevó al agotamiento y a la incapacidad de expulsar cualquier líquido y, por ende, cualquier espíritu: Caetano no lloraba ni eyaculaba, el deseo y la tristeza formaron un continuo en contención. Expulsar algo, cualquier cosa, de su cuerpo se convirtió en una meta tan inalcanzable como recuperar el tiempo que inconscientemente antes disfrutó. La memoria de la vida resonaba atronadora y casi reciente, parecía reconocible pero se quedaba siempre tras un muro de cemento con barrotes; ni siquiera la ventana a través de la que contemplar lo inexistente estaba a su alcance. Desde dentro se escuchaban las búsquedas de sus familiares y él tampoco podía gritar.
Conectar placer, dolor y recuerdo en tiempos dictatoriales de aislamiento forzado ha llevado al cantante a segmentar parte de su autobiografía para traérnosla en ochenta minutos. Sin más artificios que su propia voz, a veces hablada, a veces cantada, nos introduce en un relato que acabamos sintiendo por los poros, con él nos acercamos a conocer algunos momentos de vida sin vida. Acompañamos la carencia que se narra temblorosas como sus manos y, en una ruptura del silencio extremo, reímos con él. Sólo cuando él se ríe y nos hace reír como hizo a Irene.
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