top of page

Cuerpos políticos del cine experimental

  • Foto del escritor: Irene M.B.
    Irene M.B.
  • 7 oct 2020
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 11 nov 2020

Militante es alguien que abandona su vida para luchar por algo. Yo no lo soy, yo soy una actriz que respira feminismo. Delphine Seyrig

Título Delphine y Carole Dirección Callisto McNulty Género Documental País Francia Año 2019 Duración 70 min

El mejor acercamiento a Delphine Seyrig se produce desde el desconocimiento absoluto. No poseer ideas preconcebidas sobre esta actriz hizo que Carole Roussopoulos viera en ella una amistad en la lucha y a nosotras nos permite descubrir su trabajo sin pensarla como una musa. La actriz, creadora incansable, viajó por el cine experimental como animal político que dirige el objetivo de su cámara al cuerpo de las mujeres. Con sus dos proyectos más reconocidos, Insoumuses y Video Out, recorremos los inicios del vídeo como arma de confrontación hacia la misoginia que sobrevivió a mayo del 68 y se coló en cada espacio televisivo de la Francia cultural de Françoise Giroud.

Seyrig prefería seguir en el mundo actoral las indicaciones de las directoras. En sus inicios buceó en la corriente sonada de directores como Jaques Demy participando en su Piel de Asno (1970), François Truffaut con Besos robados (1968) o Luis Buñuel en El discreto encanto de la burguesía (1972). Pero el trabajo que realmente modificó su metodología artística pasó por las manos de nuestras admiradas Marguerite Duras, quien la dirigió en India Song (1975), Chantal Akerman en Jeanne Dielman, 23 quai du Commerce, 1080 Bruxelles (1975) y Lilian de Kermadec en Le petit Pommier (1981).


Los personajes creados por mujeres se adaptaron a su piel como anillo al dedo, más aún en una época de revoluciones candentes y reivindicaciones violetas que contradecían a todo aquel que mencionase al movimiento de liberación de la mujer para corregirle: de las mujeres. En su posición privilegiada ampliamente auto reconocida era capaz de dar visibilidad a cada gesto corriente de la vida diaria de aquellas a las que su papel protagonista representaba; mujeres libres o no, prostituidas, cuidadoras, trabajadoras en el hogar… Todas.

Admiro el movimiento feminista que lucha por nuestros derechos. Yo lo descubrí en 1969, con el manifiesto de las mujeres estadounidenses, que me influyó mucho más que Mayo del 68. Pero militante es alguien que abandona su vida para luchar por algo. Yo no lo soy. Yo soy una actriz que respira feminismo

Fue con la llegada de la primera unidad móvil de vídeo de la marca SONY cuando Seyrig pasó de un lado a otro de la pantalla y la libertad de creación para las mujeres del audiovisual se tornó accesible y certera. El camino de la actriz confluye entonces con el de Carole Roussopoulos, que en 1975 se dedicaba a impartir talleres de vídeo durante los fines de semana para grupos de seis mujeres en París. Ella, que desconocía por completo la relevancia pública de la que se convertiría en una de sus alumnas: Delphine Seyrig. En el documental Roussopoulos comenta que su ignorancia del star system resultó tremendamente positiva para la amistad que entablarían desde ese momento.


Llegan a finales de los 70 sus trabajos conjuntos. El tándem Delphine-Carole se complementa perfectamente: en Maso et Miso vont en bateau editan y añaden comentarios con perspectiva de género a una entrevista de Françoise Giroud, ministra de Cultura, y consiguen proyectarla en un cine de París -la primera vez que se estrena en Francia una película de vídeo. Dan voz a las prostitutas que se organizaban localmente para reivindicar sus derechos y en sí su propia existencia en Les Prostituées de Lyon parlent. Y además de la lectura del SCUM Manifiesto descatalogado por aquel entonces, viajan a EEUU para crear Sois belle et tais-toi (1981), en el que ambas se dedicaron a charlar con actrices reconocidas mundialmente sobre las violencias sufridas como mujer en la industria. Su línea de trabajo siempre fue la misma, siguieron aquella que consideraban la máxima de los feminismos: la comunicación entre mujeres, la escucha activa.


Ambas compartían la pasión y la visión del activismo, y antes de sus proyectos más reconocidos se encargaron de filmar los cientos de manifestaciones feministas que tuvieron lugar en las calles parisinas. Pero sobre todo dieron voz a través del video a las escisiones radicales más molestas para la época: grabar la realización segura y entre compañeras de un aborto libre fue una de ellas, plasmar las reuniones del incipiente lesbianismo político fue otra. De cualquiera de sus trabajos bebemos colectividad y acción política, dos amigas que se conocen y dejan la puerta abierta a la colaboración feminista después de haber vivido un 1968 que se quedó escaso. Los adoquines se dejaron de lanzar físicamente, con la imagen y el sonido su lucha fue directa.

Entradas recientes

Ver todo

Comments


bottom of page