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Un 'nice guy' por Benidorm

  • Foto del escritor: Irene M.B.
    Irene M.B.
  • 17 dic 2020
  • 3 Min. de lectura

No lo digo yo, lo dice Sylvia Plath.

Título Nieva en Benidorm Dirección Isabel Coixet Género Thriller País España Año 2020 Duración 117 min

En Benidorm todo el mundo parece recordar a la Sylvia Plath de 1956. La escritora que amó el sol hasta la ceguera comparte espacio vacacional con la última película de Isabel Coixet, un thriller que recorre la luz atravesando la ciudad más artificial de la península, que juega a salir y entrar de cualquier tópico que la rodea. Porque la costa blanca es más que una perla de escasa pureza que tampoco la busca, le basta con la autenticidad de quién la habita y no transita sólo de paso, del jubilado agradecido que se echa un baile y luego unos churros. La personalidad diversa de este paraje en ebullición queda retratada en cada personaje del filme, sin embargo, su protagonista parece cruzar las calles con la cabeza en las nubes: este nice guy es aburrido incluso rodeado de neones que vaticinan la fiesta.

El interés meteorológico de Peter Riordan, este hombre del tiempo particular, relata por capítulos la historia de la desaparición de su hermano y quienes la rodean, en este caso de varias mujeres que articulan la narración de la manera más lúcida posible y ,a veces, sin decir nada. Alex, personaje clave de la trama, me recuerda a aquella camarera del White Lion que después de tomarse algo con nosotros dedicó unos minutos de su ajetreada jornada a contarnos que llegó de paso, y sin saber muy bien por qué, seguía allí, años después, preguntándose si la calidez era suficiente para conseguir el arraigo. Buscarse la vida, cuidarse a una misma pero siempre acompañada y perseguir el sol. La construcción de Alex es potente y llena la pantalla, es decidida y su mirada directa, como desafiando desde la amabilidad a otros ojos que posiblemente la juzgan. Para ella, si no respetas a quien limpia tu mierda, no mereces un hueco en su mundo, no eres buena gente.


Es aquí donde entra en juego el personaje de Luci, una Ana Torrent espectacular pero con escaso guión que mira de reojo cada gesto altivo, que espía con tiento para proteger a quien quiere. Ella trabaja limpiando las casas de ambos protagonistas y se preocupa de que a Alex no le hagan daño. ¿Cómo? Practicando una suerte de ritual en el que suena 'E se domani' de Mina, que la induce a un trance del que nos hace partícipes. Una especie de vudú contra Peter que casi nos da gustito, porque le vemos soso, apático y por supuesto, muy poca cosa para ella. Porque entre él y Alex ha comenzado una especie de pseudoromance que se entiende pero no llega a cuajar en las espectadoras. Quiere parecer poético y se queda en el intento, Peter es un buenazo forzado que no convence; desde la sala y nuestras mascarillas rezamos en silencio para que sean ellas dos las que acaben juntas y se deshagan del tipo. Como nos enseña el personaje interpretado por Carmen Machi, quédate con quien te besa mientras te recita a Sylvia Plath.

Los contrastes y contradicciones de la ciudad se personifican en los protagonistas: ella cuenta con múltiples vidas, él ni siquiera ha sido capaz de disfrutar la suya hasta ahora. Los colores reflejan esa vitalidad buscada, la promesa del 'sueño británico' que ofrece Benidorm se desmenuza hasta enseñarnos sus rincones más aparentes. Con una cierta estética almodovariana, presente desde la llegada de Peter al aeropuerto - producida por el deseo no iba a ser de otra manera -, el filme no puede ser más coixetiano. La lentitud sentida, el gusto por los detalles, la extravagancia crítica, costumbrista y reivindicativa en muchos casos, forma parte del universo con el que la directora nos engancha como lo hizo con La Libreria (2017), contando en Nieva en Benidorm también con esa voz narrada en tono suave que detalla emocionalmente todo lo que no vemos.


No sabemos si el romance continúa como Fiume Azzurro o más bien en Un anno d'amore, pero la producción ha querido hacer de su protagonista la figura menos relevante en pos del escenario y sus personajes (nada) secundarios. Se nos queda en la retina Benidorm y una cultura que ya es propia, que se mueve entre el estereotipo certero y el impuesto, turistificado o superviviente.

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