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La muerte es obstinada

  • Foto del escritor: Sofía Á. J.
    Sofía Á. J.
  • 24 dic 2020
  • 4 Min. de lectura

Para mí no hay mañana. Amy

Título She dies tomorrow Dirección Amy Seimetz Género Thriller, comedia País Estados Unidos Año 2020 Duración 84 min

La idea de la muerte es obsesiva. Es egoísmo, es vulnerabilidad, brota de las entrañas como un chorro espeso de petróleo negro que se aferra a la garganta e impide el paso de la respiración. La atrapa. Se exhala en forma de humo y contagia a quien se cruza en su trayectoria. La idea de la muerte es, en She Dies Tomorrow, como el monstruo del Dr. Frankenstein. Un compendio de sentimientos, de rastrojos sin conexión aparente, a los que se le ha impuesto la condición de existir, de tener un sentido. Su mera presencia, acechante, hace aflorar los miedos más arraigados en la existencia

La premisa de la cinta puede parecer simple a priori, pero no lo es en absoluto. Un miedo, que acaba descubriéndose no irracional – sublimando el concepto mismo de terror, trayendo consigo el peor de los temores – comienza a contagiar a la población de forma exponencial. La epidemia no tiene cura. Y, con ella, se desliza en las conciencias una certeza: vas a morir mañana. Las distintas reacciones a una muerte inminente, injusta, sobreimpuesta, si todos estos calificativos pueden no considerarse epítetos, vertebran una trama asfixiante que, en su corta duración, logra mantener a la espectadora de puntillas en su butaca.


Escrita, dirigida y producida por Amy Seimetz, quien ya había trabajado con la actriz protagonista, Kate Lyn Sheil, en su debut como directora en Sun don’t shine, la cinta nace en la era pandémica y su creadora dice sentirse cómoda al respecto. El terror de She dies tomorrow traspasa la cuarta pared con tal facilidad porque encuentra, en el presente, un caldo de cultivo hecho a medida para disparar esa angustia que la alimenta.


En su perturbadora presentación, Amy, una mujer que ha visto cómo su pareja fallecía ante esta extraña maldición, se repite a sí misma que, cuando muera, quiere convertirse en una chaqueta de cuero. Se trata, sin duda, de uno de los momentos más impactantes de la cinta. No por lo macabro que rodea la situación o por lo explícito de su petición. No por la singularidad o la extrañeza. Esos segundos impactan en la retina, precisamente, por su capacidad de despertar empatía. ¿Qué hay después de la muerte? ¿En qué nos convertimos? La obsesión de perdurar, de ir más allá, ha motivado a la humanidad a crear sistemas, producir genocidios y rondar los más terribles pensamientos. Un sudor frío acompaña a la pregunta: “¿qué harías hoy si murieras mañana?”. Eso es She dies tomorrow.


El filme sorprende por su crudeza y su veracidad. No necesita un giro de guion ni un grito exacerbado para provocar una ruptura en la atmósfera que la rodea. Su visionado conecta con los instintos más primarios, y eso le basta y le sobra para volverla una rara avis en lo que a explorar la conciencia humana se refiere. No extrae grandes conclusiones, no desprende ningún delirio de grandeza. Explora, desde una ansiedad que logra traspasar la pantalla, las distintas reacciones ante una muerte que ya no tiene vuelta atrás. Un sentimiento carnal que agujerea el pecho y, de igual modo, se ancla en la memoria como esas viejas películas de terror descubiertas por equivocación durante la infancia.


En una de sus obras más angustiosas, la escritora catalana Mercè Rodoreda describe cómo una madre al borde del abismo, que se plantea asesinar a sus dos hijos para evitarles más sufrimiento, comienza a extraer con sus manos las migajas de pan que se han quedado atrapadas en las vetas de madera de una vieja mesa. De la misma forma, Amy, cuando se sabe a punto de morir, comienza a raspar la vieja madera de la mesa con sus manos. Y es que la pérdida del control expresada a través del tacto, del ruido, resulta a veces mucho más terrorífica que cualquier screamer.

La ecléctica fotografía de Jey Keitel – quien también había trabajado previamente con la directora – y la música de Mondo Boys contribuyen a crear una atmósfera que se acerca más a un laberinto que a un thriller expuesto en orden cronológico. Como en la isla de Böcklin, los espacios de la obra despiertan mayor curiosidad por aquello que ocultan. Y esto, sin duda, resulta un elemento fundamental para la creación colectiva del miedo. La cual, como bien se refleja, en un mundo hiperconectado no hace sino incrementar la sensación de ahogo.


En el prólogo de la obra cúspide de Mary Shelley, Frankenstein, figura una frase del Moderno Prometeo. “La vida es obstintada, y se aferra aún más cuando se la detesta”. She dies tomorrow es una subversión de esta creencia. La muerte es obstinada, y se cierne, más presente que nunca, cuando se la espera. Y, en esta obstinada reflexión, Seimetz consigue hacernos enloquecer, mientras observamos cómo Amy se tumba, sin esperanza, en un desierto de rocas que ya no abandonará nunca.

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