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El pensamiento en crisis

  • Foto del escritor: Sofía Á. J.
    Sofía Á. J.
  • 22 abr 2020
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 11 nov 2020

Creo que ya no puedo pensar más. Théraneau

Título Los consejos de Alice Dirección Nicolas Pariser Género Drama, Comedia País Francia Año 2019 Duración 104 min

"Creo que ya no puedo pensar". Alice es la encargada de solucionar, en escasas dos horas de metraje, uno de los grandes dilemas de la humanidad de posmodernidad tardía. Capitalismo, intereses económicos, ética, filosofía, réditos, inmediatez o aislamiento, entre otros. La cinta, en su justificada ambición, no se detiene a la hora de abordar las complejas polémicas que atañen a nuestra sociedad. En su función crítica, se hace con un éxito abrumador; pero es, quizás, su aportación intencionalmente pedagógica, constructiva, la que no permite que la obra acabe de alzar el vuelo. Y las notas de Alice acaban, finalmente, vertebrando un eje narrativo confuso.

"Siempre he tenido ideas. Era mi materia principal. Antes tenía veinticinco, cuarenta y cinco ideas por día. Venían solas, desde que sonaba el despertador. Ahora ya no puedo pensar. Me desperté una mañana y ya no tenía ideas". El dilema del socialista Paul Théraneau ahonda en la herida más profunda que el zoon politikon ha arrastrado hasta nuestra era. El alcalde, un hombre de profundas convicciones cuya vida ha dedicado por completo a la política, ya no se reconoce en el espejo. No tiene tiempo para reflexionar sobre qué le ha sucedido. Ya no siente sus palabras, lee los discursos que otros escriben. Ya no siente esa valentía innata que antes sentía. Por ello decide contratar a Alice Heimann, una licenciada en Filosofía que ha pasado la mayor parte de su trayectoria laboral como trabajadora migrante en Londres, impartiendo cursos de Humanidades y Literatura.


El inicio de la cinta está plagado de tópicos manidos que, curiosamente, funcionan a la perfección. La joven Heimann entra en el viejo aparato de la burocracia, el recóndito ayuntamiento francés rodeado de árboles sombríos, y con su metodología revolucionaria logra hacer volar todas las puertas y ventanas. Théraneau se siente revitalizado, y tumbado en el ominoso tapiz de su despacho, sin zapatos, le pregunta a Heimann en qué cree, qué quiere hacer con su vida, hacia dónde se dirige. Pero el frenético ritmo de la Administración no puede verse frenado por las reflexiones de un viejo alcalde y una recién llegada filósofa. Y, poco a poco, la sorpresa inicial con la que se recibe la relación entre ambos comienza a transformarse en miradas de desconfianza y odio, culminando, finalmente, con el despido forzoso de la particular Hipatia gala.


La de Los consejos de Alice no es una reflexión banal. La obra explora los límites, refleja la locura de los y las artistas y cómo, desde la óptica de "una persona normal", las excentricidades con las que intentamos abordar el futuro se alejan, de manera preocupante, de la esencia colectiva del ser humano. Ya desde un inicio, la espectadora sabe que Paul está acabado, que su carrera está tocando fondo y, tras una vida dedicada al servicio público, su próximo camino es aquel que le llevará al cementerio de elefantes, a una plácida retirada en la que se reencontrará con sus añorados libros y se preguntará, tal vez, por qué "la mujer de su vida" lo abandonó.


Por su parte, Alice comienza a encontrar quién es, qué quiere ser y, en especial, en qué se niega a convertirse. Desde la modestia y la honestidad, descubrimos el mundo de la administración a través de sus ojos, y sentimos su misma frustración cuando es obligada a reunirse con un grupo de estudiantes que se manifiestan por una causa social de la cual ella apenas posee información. Luchini y Demoustier encarnan con vivacidad a dos figuras estigmatizadas, la alumna y el maestro, que en un ejercicio de bella mordacidad tienen que invertir sus roles, para aprender el uno del otro en una relación de plena igualdad.


No obstante, los planteamientos abordados resultan tan amplios, complejos, profundos y diversos que, cuando la cinta intenta dar una lección moral, su propio argumento se vuelve en su contra. Al finalizar, el futuro de Alice y Paul no resulta, en ningún caso, evidente. Sus historias acaban convirtiéndose en una espiral en la que futuro, amor, esperanza, pragmatismo, cinismo y comprensión se difuminan hasta tal punto que, en ocasiones, resulta complicado analizar qué es lo que la obra pretende contar.


La vida se antepone, a todo. Ésa es la enseñanza principal que puede extraerse de Los consejos de Alice. Y, en cualquier caso, su leitmotiv más repetido. Pese a las adversidades, pese al futuro, pese a todo. Y mientras, de fondo, suenan las óperas de Bach y Wagner, nosotras, como espectadoras, nos preguntamos desde nuestras butacas si el pensamiento está realmente en crisis. Si ya no tenemos ideas, y por qué. Si en el fondo de nuestro ser, nos acercamos más al pobre y viejo Théraneau, o a la joven y confusa Alice. O, si por el contrario, encontramos en nuestro interior un poco de ambos.

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